Mi gran amigo ,
Todo empezó en Madrid, en Mayo de 1947 en el barrio de Argüelles, yo por entonces tenía 16 años nos acabábamos de trasladar a Madrid. Toda mi infancia la pase en un pequeño pueblo de Palencia del cual mi padre era médico y en 1946 consiguió una plaza en el hospital de la Paz. Una vez llegados a Madrid nos instalamos en una humilde casa de cuatro pisos, si bien en la casa había un pequeño patio donde podía jugar constantemente.
Ese patio me marcó de una manera muy personal porque ahí conocí a mi mejor amigo Pedro, quien fue mi vecino durante toda mi estancia en Madrid. El vivía en el tercer piso y yo en la azotea del cuarto piso. Éramos inseparables y muy buenos amigos.
1947 fue un año terrorífico que nos dejó a todos de piedra, pues estalló la guerra entre Europa y Estados Unidos. Todos españoles varones entre 16 y 65 años serían informados de que había empezado la guerra y debían movilizarse, Pedro y yo quedamos para hablar sobre el tema y ambos estábamos muy nerviosos. Sabíamos que podía ser la última vez que viésemos a nuestros padres y que pisásemos Madrid, pero sabíamos que era nuestro deber ayudar a nuestro país. El 3 de mayo recuerdo perfectamente que Pedro y yo estábamos en el aeropuerto y nos habíamos puesto de acuerdo para sentarnos juntos en el avión que tenía como destino San Francisco, una vez ahí cada uno le fue asignado su tienda de campaña, material y armamento con el que tendríamos que sobrevivir todo el tiempo que estuviésemos ahí.
No todo empezó bien, el camión que transportaba a algunos soldados españoles del aeropuerto al campamento sería sorprendentemente atacado. Entre los soldados estaba mi amigo Pedro que recibió un tiro. Cuando me comunicaron la noticia me puse a llorar tenía miedo, estaba nervioso pues me habían separado de mi mejor amigo y su vida corría peligro. La razón no era simplemente porque estaba herido en un brazo sino porque tal como me comunicó el coronel, había sido capturado por los americanos
El coronel se acercó y preguntó -cabo, es Pedro amigo tuyo ¿verdad?-añadió el coronel
-Si, señor es mi amigo-respondí yo con incertidumbre
-Pues bien está herido y ha sido capturado por los americanos-sentenció el coronel marchándose rápidamente.
Tras la conversación decidí coger mi petate que me habían dado para sobrevivir estos días y marcharme en busca de Pedro. Al día siguiente al despertarme después del desayuno cuando nadie me veía logré escaparme del campamento en el que residíamos y fui en busca de mi amigo que no debía estar muy lejos. Me dirigí en primer lugar al camión en el que vinimos para ver si ahí había alguien que pudiese ayudarme, pero como ya había imaginado no encontré a nadie. Después me fui al poblado que había visto desde lejos y me encontré a un señor mayor con cara de pocos amigos, que tenía pinta de no saber demasiado pero ante la desesperación me acerqué a él y le pregunté; si sabía dónde estaba el hospital más cercano. El sabiendo que yo era europeo me respondió que siguiese el camino y los carteles que finalmente lo contraría.
Como os podéis imaginar la situación no era en absoluto fácil pues corría el peligro de que si algún americano me veía sería fusilado. Mientras tanto la ciudad en la que me encontraba estaba siendo bombardeada tanto por europeos como por americanos.
Al llegar al primer hospital de la ciudad, lo primero que hice fue preguntar a la enfermera que estaba en secretaria.
- Perdone , ¿Sabe si en este hospital se encuentra Pedro Gutiérrez?
Me miró confusa como si ese nombre no lo hubiese escuchado nunca . mientras que yo estaba esperaba con ansiedad su respuesta . Miró en todos sus papeles donde se encontraban los heridos de ese hospital, y al acabar respondió:
- Lo siento pero aquí no hay nadie que se llame así, tendrá que mirar en otros hospitales
Yo no perdí la esperanza en ningún momento pues sabía que iba a encontrarle y que dentro de poco volveríamos a estar juntos.
Miré en 3 hospitales más y no había ni rastro de Pedro. Nadie sabía quién era, era totalmente desconocido en ese lugar. Ya se acercaba la noche e iba perdiendo un poco la esperanza, no encontraba a mi amigo y me preguntaba si estaría bien. No me podía creer que estuviera muerto. No entraba en mi cabeza esa desgracia.
Al día siguiente, me levanté pronto para seguir buscándole. Las calles de la ciudad de San francisco daban lástima pues por cada rincón te encontrabas a hombres muertos en mitad de la calle. Estaba asustado porque alguno de esos moribundos fuera mi amigo y cada vez que me encontraba a alguien en ese estado lo mirada atentamente.
Ya casi no me quedaban hospitales por mirar, sin embargo preferí cesar en la búsqueda en los centros médicos que me quedaban, así no asumía el riesgo de que me matarán. Decidí buscar en los refugios que se encontraban a las fueras de la ciudad. Al llegar al primer refugio me encontré con muchos españoles que conocía de Madrid. Me alegre al ver a varios amigos míos y me sentí que ya no estaba tan solo como creía. Les conté que me había pasado y porque me encontraba allí. Grite desesperadamente su nombre con el fin de oír de una respuesta.
-Pedroooooooooo, Pedroooooooo, ¿estás aquí? ¿Me eschuchas ? grité con nerviosismo.
Un hombre me respondió ,que Pedro no estaba allí pero que tenía noticias suyas.
No está aquí, me dijo, Pedro se fue de esta trinchera hace unas semanas y ya no he vuelto a saber él.
Rompí a llorar ,no sabía qué hacer, pues todas mis esperanzas habían desaparecido. El soldado me miró con compasión y decidió ayudarme con la búsqueda.
El cuartel siguiente estaba a unos 20 minutos de donde nos encontrábamos. Al llegar oímos disparaos y muchos gritos. La gente estaba asustada y con miedo. José, que era el soldado que me acompañaba también me dio la sensación que estaba pasando por un momento angustia, sin embargo yo estaba tranquilo. Pensé que se trataba de un campo de tiro done los soldados entrenaban para el combate. Sin embargo estaba equivocado, los americanos estaban atacando a nuestro bando. Entonces sí que sentí miedo de verdad pero no era momento de cobardía. Cogí una pistola y empecé a disparar sin parar a cada americano que se enfrentaba a mi.
Fueron 10 minutos de enorme tensión hasta que finalmente empezaron a retirarse. Entonces fue cuando pasó lo peor. Vi a Pedro tirado, que apenas podía moverse. Le acaban de pegar un tiro en la cabeza, me acerque a él rápidamente y empecé a pedir ayuda desesperadamente. Pedro no se podía ir ahora, que lo había encontrado, teníamos que volver los dos juntos a Madrid.
Me miró, su mirada estaba un poco ida y lo único que me dijo fue
-gracias por todo, has sido un gran amigo .
Se me partió el corazón en dos no sabía que decirle, y lo único que me salió fue abrazarle fuertemente. Nunca podría imaginar que lo que estaba viviendo iba a ocurrir, no era consciente de lo que estaba pasando, momentos después, Pedro ya no estaba.
Me apartaron de el de una manera brusca y se lo llevaron en una camilla como otro muerto más de esta horrible guerra. No iba a volver a verle, eso era lo único que pensaba cada segundo y que me destrozaba por dentro.
Cada día le recuerdo de una manera ejemplar, fue una gran persona y sobre todo un gran amigo. Dio la vida por su país con orgullo y valentía. Gracias a él he podido superar muchos adversidades con fuerza y esperanza. Es todo un ejemplo para mí.
Con esto quiero demostrar que aunque la situación actual no es exactamente igual que lo que ocurre en la historia, se puede ver como el personaje principal al morirse su amigo lo empieza a valorar de una forma mucho más especial. Esto mismo nos pasa a nosotros , ahora mismo valoramos mucho más la rutina diaria que antes detestábamos y tanto la criticábamos. El ser humano siempre ha tenido ese gran defecto, de no valorar lo que tiene en el momento y en este tiempo nos estamos dando realmente cuenta de lo nos hace feliz es muy poco pero a la vez esencial.